Para observar un arcoíris, no olvidéis que debéis situaros mirando hacia las gotitas de agua con el sol a la espalda. Con una manguera de jardín es muy divertido jugar a variar el ángulo con el que nos separamos del sol a nuestra espalda para determinar cuál es el ángulo crítico a partir del cual dejamos de observar el fenómeno —refracción de la luz por parte de las gotitas de agua, como si de pequeños prismas ópticos se tratara—: la descomposición de la luz blanca en luces de colores.
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